Corrió, corrió, corrió.
Estaba dispuesta a poner a prueba eso de
que somos más vacío que materia.
Corrió, corrió, corrió.
La colisión era inminente, en realidad no
estaba segura si la agitación de sus moléculas era la necesaria, pero era
testaruda.
Corrió, corrió, corrió.
Cerró los ojos… Sintió la energía que
emanan los cuerpos en amplia cercanía.
Corrió, corrió, corrió.
Justo en el momento en que tenía que
sentir ese azote inexorable del choque, supo que había logrado la hazaña.
Se dio una vuelta en el aire… Cayó en el
trono que esperaba encontrar. Abrió los ojos y se encontró en el centro del
corazón de quién pensaba.
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